Desde 1270, la empresa familiar y artesanal Frapin ha perfeccionado sus métodos de producción de coñac, controlando cada etapa del proceso. Para acercarse y subrayar la relación entre dos oficios excepcionales, Frapin ha decidido ofrecer aromas inspirados en sus coñacs, su historia y su tierra.
Para la casa Frapin, diseñar y realizar perfumes es una oportunidad para hacer florecer los sentidos y sumergirse en un mundo cargado de emociones. Los perfumes cuentan la historia de la pasión francesa por la calidad, el arte de vivir y la tradición. Atemporal de las mejores materias primas, de los conocimientos tradicionales y del amor por lo bello y lo bueno. Al fin y al cabo, la quintaesencia del lujo es tomarse tiempo para crear belleza. Y disfrutarla.
Al igual que la producción de los coñacs, la composición de nuestras fragancias consiste en dar tiempo al tiempo. Tiempo para desarrollar habilidades afinadas a lo largo de los siglos. Tiempo para buscar y seleccionar las materias primas más bellas. Tiempo para mostrar su riqueza en las composiciones más sofisticadas.
Sus fragancias, producidas a pequeña escala para preservar su extraordinaria calidad, se ofrecen en frascos aerodinámicos rematados con tapones de madera de haya esculpidos por un maestro artesano, una referencia al hecho de que es la madera de las barricas, tanto como la uva, la que imparte su sabor al coñac.
Para revivir la tradición que siempre ha dado prestigio y originalidad a la fragancia francesa, se le da a los perfumistas la libertad de expresar plenamente su estilo, inspirándose en una fuente novedosa: los coñacs Frapin.